Aburridos de este interminable invierno, a últimos de mayo buscamos un lugar en la península donde no lleguen las precipitaciones. 
   Años atrás, de visita por el Maestrazgo nos sorprendió este espacio natural tan abrupto como desconocido. Por internet, encontramos un recorrido circular que recorre las zonas más interesantes del mismo.
   Con el mínimo peso y con la alegría de ver el sol nos ponemos en marcha..
   Los primeros kilómetros transcurren por cómodos caminos...
   ... salpicados de aisladas masías o pequeños pueblos.
   A partir de Peñarroya de Tastavins, el camino empieza a coger altura
   Llegamos al collado de las Peñas. Bajamos los asientos y descendemos por una bonita y sinuosa trialera.
   Con las paredes de Masmut como telón de fondo, descendemos los tramos ciclables del descenso. Algunas zonas de la bajada nos obliga a apearnos de la bicicleta.
   Abandonamos tierras turolenses y entramos en la provincia de Castellón.
   Arribamos a Coratxar con la esperanza de tomarnos un cafecito, pero este diminuto y venteado pueblo tan sólo ofrece un rincón protegido donde descansar.
   Sobre el papel nos queda la parte más fácil de la etapa. Pero una tortuosa senda de descenso en la que de nuevo nos "invita" a echar pie a tierra, nos lleva hasta...
   ... el parque natural de La Tinenca de Benifassà.
   Esta primera jornada nos lleva hasta el tranquilo pueblo de Vallibona.
   El segundo día amanece ventoso y soleado.
   En compañía de Jordi, ascendemos las primeras rampas del recorrido, dejando atrás abandonadas edificaciones de montaña y campos aterrazados.

   Tras el obligado cafecito en Pobla de Benifassà, continuamos el pedaleo ahora al borde de los cañones de Ballestar.


   A la entrada del pueblo de Ballestar sufrimos el siempre inoportuno pinchazo.
   Al final de esta tranquila jornada, cena y descanso en Fredes.

   La tercera jornada amanece ventosa y gris.
   Alcanzamos el Tossal de los Tres Reyes. El cota más alta de la ruta y el punto de unión de tres provincias y tres comunidades autónomas.
   Ahora pedalearemos por las abruptas tierras tarraconenses.
   Sinuosos senderos y lindísimas vistas.
   Abandonamos el paisaje mediterráneo de estos días y entramos en una vegetación que nos resulta mucho más familiar. Hayas, avellanos, pinos y boj dan el relevo a encinas y almendros.

   Lo que no cambia son algunos complicados tramos en los que tenemos que empujar la bicicleta.
   Agradecemos el bocata que nos ha hecho Nuri para afrontar lo que nos resta de etapa.
   Y con la luz de la reserva (al menos el que escribe) llegamos al final de esta dura tercera etapa, a las casas de montaña de Caro.
   La cuarta jornada nos despierta con algún perezoso rayo de sol.
   A las dificultades del camino se suma ahora un nuevo peligro, pero sacamos nuestro arte torero...

   Este duro invierno también ha dejado huella en estas tierras y una copiosa y tardía nevada ha derribado numerosos árboles.
   Por lo que a la dificultad de algunos descensos, hay que añadir el "salto del pino".
   Pero la ruta nos ofrece también inmejorables miradores del terreno que tenemos por delante.
   Descendemos hasta el cauce del río que conforma los estrechos de Arnes.
   Y al margen de éste un sendero de canal muy cómodo para el pedaleo.
   Un bocado y continuamos por el tramo más espectacular de todo el recorrido.

   Los estrechos de Arnes suponen un inmejorable final para estas cuatro jornadas de travesía.